No
habia más alternativa
esa
mañana que nos llamaba,
que
recogernos bajo la sábana
en esa
mañana que nos llamaba.
Así
fué que nos abrazamos
cuando
la mañana nos llamaba,
desnudos
de ropa, vestidos de ternura
mientras
la mañana nos llamaba.
Desayunamos
besos, caricias y espasmos
adornando
a la mañana que nos llamaba,
justo
llegando al éxtasis de la carne
en el
instante que la mañana se despidió.