Como
trozos de piedra sorprendida
ha
quedado el que otrora fuera un corazón,
tras el
terremoto acaecido esta tarde
justo
cuando la noche daba jaque mate al día.
Fue
desatado con el estruendo de la puerta
cerrada
bruscamente durante la huida,
pues
antes, con el calor de los verbos escupidos
no pude
llegar a entender, comprender que ocurría.
Tembloroso
y asustado por el temblor
he
abandonado todos mis huesos sobre la cama,
dejándome
ser violado por la tristeza
mientras
el alma cristalina, mojaba los recuerdos.
Y aquí
seguiré postrado toda la noche
acompañado
del frio de la ausencia,
cobijado
por el calor del vino que termino,
acompañado
por la oscuridad que me ciega,
cobijado
en lo que fueron tus besos.
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