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Dormirme pegado a tus labios

y despertarme en tus brazos,

que bello y sencillo sueño

que hoy me has regalado.

Cerramos la puerta y el día

para tumbarnos en este lecho,

sin más ropaje que nuestro cuerpo

y miles de besos por darnos.

Encendimos la hoguera del deseo

con la música de las caricias,

dejándonos poseer por Kámadeva

mientras tu cuello con la lengua mimaba.

Recorrí tus poros con delicadeza

para no dejar a ninguno sin beso.

Deje que pintaras mi pecho

del rojo carmín que antes llevabas.

Visitamos todas las hogueras del amor

y de todas ellas nos echaron,

siendo nuestra ansia tan grande

que ellas parecían heladas.

Viajamos a las galaxias más lejanas

cuando el placer asomó en nosotros,

compartiendo el dulce segundo

en que tus uñas, rasgaron mi espalda.

Esta mañana al despertarnos

todavía sentíamos los ósculos pegados,

el olor del sudor entremezclado

y mi corazón palpitando en tu mano.