Deseo saborear tu
carne,
cargada de mil
olores,
empezando por los
labios
de hermosa fresa y
miel,
para seguir por el
largo cuello
donde perderme un
buen rato,
entre sutil ternura y breves susurros.
Recoger fragancias
mientras las manos te
envuelven
apretando piel con
piel,
troceando tu alma.
Quedarme en tus
pechos
tan largamente
soñados,
mientras el latir
encendido
aviva todavia más mi
ansia.
Dejar que los dedos
desciendan por tu
cuerpo,
y jueguen entre ese
rosal
que anuncia el lugar
del pecado.
Alimentarme de tu
sudor
que reposa sobre el
ombligo,
prieto y salado,
besos que hacen
cosquillas.
Morder tus miedos
y besar el hermoso
deseo,
como preludio
probocado
antes de entrelazar
las piernas,
esas, con la que me
abrazas al dormir.
Catar tus nalgas
mientras agarras mis
manos,
que deseosas de
descubrirte,
reccorren caderas y
torso,
siendo solo unas, las
tuyas y las mias.
Trepar por la espalda
en busca del lóbulo,
donde antes murmuraba
y ahora pruebo con
mimo.
Afanoso por comerte
entre pasiones
compartidas,
siendo tu gran
comensal,
que lentamente
saborea
la mieles de tu
altar.
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