Convénceme de que todo es sueño
y jamás he deseado tenerte en mi brazos,
que mi boca no a querido la tuya
ni mis manos abrazarte.
Cuéntame un cuento
en el que no te despiertes a mi lado,
donde las ninfas no existan
ni Afrodita nos hubiera besado.
Dime que te leí en un viejo libro
y no fui yo quien te escribía versos.
Que tus deseos no eran mi tinta
y estos dedos su pluma.
Miénteme cruelmente. Niégame,
que la luna nos ha protegido,
que tu cuello fuera mi refugio
o mis lágrimas tu tristeza.
Hazme despertar y vete
entre la escarcha de la mañana
cuando todavía tus ojos no brillan,
ni mis susurros te rozan.
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