Que triste suena la noche
sin la música de tus besos,
el ruido de las sábanas
y el respirar entrecortado.
Cuando alargo la mano
buscando la musa de mis dedos,
y solo encuentros tu espacio vacío
y el amargo frío de mi cuerpo.
Sin la melodía de la cintura
a la que mis sueños pegar,
acariciándote con mimo
al compás de mi deseo venido.
Durante el calor de la noche
y esa ventana de par en par,
el silbido del suave viento
que nos riega de paz.
Sin el acorde susurrado
junto a tu cuello reposado,
de lo versos de día pensados
y en la oscuridad, a tu amor regalados.
Que alegre suena la madrugada
con la sinfonía de tu besos,
al ritmo de las carnes encendidas
y la luz que te llama en la ventana.
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