jueves, 27 de noviembre de 2014



Ahí. Si, ahí.
Donde ya no es espalda,
y su nombre es inmombrable,
donde empieza el pecado
y termina la ternura.
Ahí, he posado mi mano
suave e intencionadamente,
mientras besaba tu cuello
y se habría mi pecho.
La blanca piel ha vibrado
justo un largo segundo,
tus besos han buscado mi boca
y ha empezado un bello juego.
Tu espalda se ha curvado,
los labios, humedecido,
el silencio de la noche,
vuelto ruido.
Y mi mano, ahí,
al fondo de tu dorso,
donde descansa cada noche,
donde sueña estar, cada día.
Terminado el fugaz encuentro
de delicada hermosura,
las pupilas se han cerrado,
los cuerpos, buscado su descanso,
la blanca sábana, cubierto tu serena piel,
y mi mano, ahí,
si, ahí,
sobre tu esculpida, nalga.




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