De
forma innata, me miras,
disculpando
todas mis faltas.
Y
acercas esa blanca mano
ávida
de recibir a la mía
mientras
se quiebra el alma.
Trémulo,
balbuceo un te quiero,
y
oxigeno los labios
que
querrán aferrarse a ti,
a tu
piel perfumada,
a tu
aliento, a tu verbo.
Y
espero, a recaudo de todo
bajo
el manto de tu abrazo,
como
gorrión recién nacido
con
sus miedos, con sus faltas.
Lentamente,
abro las frágiles alas
para
poder volver a volar,
siendo
consciente, siendo aupado,
por
mi mente, por tus palabras.
Y
alzo el vuelo
sin
perder de vista
mi
nido, mi casa, mi refugio,
que
no es otro, que tu.
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