Me he despertado
recordando cuanto te quiero,
invocando nuestras alegrías
y algunos pesares.
Con imágenes nítidas
de tu mano en mi mejilla,
al llegar de la escuela
o cumplir con los deberes.
Los de esa voz serena
cobijando las amarguras,
que cambiaba a dura
para guiar nuestros pasos.
Ninguno como tu
que me quiera tanto,
por eso te respeto
queriéndote dar mi todo.
Recuerdos en la noche
de esa temprana edad,
con juegos y sonrisas
sobre la tierra o el portal.
Estrellas que me llevan
al lugar donde tanto lloré,
el mejor lugar para hacerlo
que no es otro que tu amparo.
Ninguno como tu
que me quiera tanto,
por eso te respeto
queriéndote dar mi todo.
Alusión al que fue
con ilusión para el mañana,
cuando mis besos te vistan
y estas manos te asistan.
No quiero volver a dormirme
sin decirte que te quiero,
desde que eras mi espejo
y ahora también mi hijo.
Cuidaste de mi fragilidad
con su dureza y cariño,
por eso debo yo hacer lo mismo
cuidando te ti, padre mío.
Ninguno como tu
que me quiera tanto,
por eso te respeto
queriéndote dar mi todo.
Ninguno como tu
que me quiera tanto,
por eso te honro
queriéndote dar mi todo,
con mi recuerdo
y dándote la mano.
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