Es mi alma la que te besa,
no estos labios que te tocan.
Mi corazón el que te abraza,
no estos brazos que te rodean.
El silencio es el que te habla,
no el ruido de las sábanas.
El deseo es el diccionario
y tu piel, hermoso lienzo.
Las manos, desgastada pluma,
que escribe versos sobre tu vientre,
y mi cuerpo, solo eso, carne.
La carne que envuelve un vasto amor.
No soy yo el que te escribe,
es el yo que te espera cada día.
No es la cama donde duermes;
es nuestra cama,
son nuestras manos enlazadas,
el dormir acurrucados,
el pálpito encontrado
y el placer derramado.
Son nuestras almas; que se aman.
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