sábado, 22 de octubre de 2016



Fui árbol por una tarde
entre las cuatro y las seis.
Árbol caduco en otoño.
Fuiste suelo por una tarde
sobre el que deje lentamente caer
todas mis hojas
en forma de besos.
Las raíces de las manos
recorrieron tus valles y montañas
adosándose a los rincones,
remontando por los costados.
Los susurros, gorriones posados,
y sus cantos, leves sentidos.
Los sudores, savia y miel.
El ruido, el viento que nos batía.
El ocaso, la floración repentina.
Fuimos árbol y suelo,
de cuatro a seis,
para pasar a ser después…

Regadío asta el amanecer.

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