Ahora, en este
momento,
en que las luces del
día se marchitan,
voy a confesar algo.
Declarar que anoche
pequé
con mis manos y mis
besos,
con mis abrazos y mis
anhelos.
Pequé cunado te soñé,
viniendo protegida
por Freija,
vestida de rojos
labios
y siendo tus dulces
pliegues,
en lugar del descanso
de mis besos.
Cuando mi respirar
quiso ser tu cuello,
y el despertar
un extraño olvido.
Pero en lugar de
olvidar
quise recordar tu
foto,
releer imaginarias
cartas
y volverte a regalarte
mil dalias.
No pude mis versos
contener
y entre las estrellas
y la noche,
tuve que dibujarte entre
mis abrazos
y azules mañanas de
sabanas arrugadas.
Pequé, y hoy quiero
volver.