Pensarte,
es amarte.
Es todo
tan sencillo, pueril
que no
cabe buscar palabras,
versos
que llenen libros
flores,
colores o madrugadas.
Esperarte,
también es amarte.
El
recuerdo del tiempo, compartido
donde
se anudan sueños y besos,
cruzando
con su propia luz
junto
llantos, aromas o deseo.
Y en
esa espera, siempre lenta
no hay
silencio en el alma,
que
imagina, te dibuja, te roza.
Pensarte,
es amarte,
y yo,
te pienso a cada momento.
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