lunes, 21 de diciembre de 2015

derrotado



Desarmado
de la defensa de los poros
cerrados, agarrotados, secos,
debido a esa soledad opresora
que habitaba en el lánguido pecho.
Despedazado
el baluarte de los labios
fríos, agrietados, negados,
a causa de la falta, ya casi eterna,
de encontrarse con los tuyos.
Indefenso
del ataque del deseo
estéril, acabado, sucio,
por la ausencia de esas caricias
que antaños tus dedos me daban.
Desposeido
del derecho que tengo a olvidarte
has dejado hoy a mi cuerpo, a mi alma,
al llamar a la puerta que cerraste.
Derrotado,
has reconquistado a mí amor
con el verso cálido de tu voz,
con el suave beso otorgado
con el roce de las uñas doradas.
A tus pies
y de nuevo enamorado, he quedado.


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