viernes, 7 de febrero de 2014

Jaime i María, María i Jaime



He salido al balcón de casa
temprano, no más tarde de las nueve,
el empedrado todavía húmedo,
mi compañía; el silencio.

A lo lejos venían Jaime y María,
junto a sus más de cincuenta años juntos
sus manos todavía entrelazadas.
Escondido en ellas, el calor de una vida.

Jaime todavía la mira al hablar,
acerca su cabeza hacia ella
pausa las suaves palabras,
conjuga el amar en sus labios.

María escucha atentamente,
y mientras sonríe levemente
no esconde el brillo en sus ojos,
recibe idolatría encendida.

Sincronizan los pasos al acercarse
reconocen cada enrejado, cada patio.
Recuerdos seguros y amables.
¿Cuántas primaveras han sentido juntos pasar?

Jaime levanta la mirada
me reconoce entre nuestros verdes geranios,
y saluda sin palabras
solo necesita su grana parpusa rozar.

 El sol ya esta tocando las tejas,
se ha puesto a cantar el canario
recibe con alegría al nuevo día.
Detrás de mi, llega tu mano a mi hombro.

En este momento, tu calor me llena,
mi paz y tu paz se funden,
vuelvo a ver a Antonio y Lola, ahora en mi mente,
reencarnados en nosotros de aquí muchos diciembres.


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