Bajo manto de uvas,
bañadas por un cálido sol,
recuerdo tus piernas,
les dedico versos,
y avivo el deseo.
Uvas blancas, como tu alma.
Uvas dulces, como tus besos.
Uvas finas, como tu piel.
Uvas frágiles, hermosas,
jugosas y olorosas.
Y bajo el manto, un sendero,
que vuelve a llevarme a ti,
a tu cintura y tu miel,
queriendo yo ser parra
y tu, la hoja a ella cosida.
Allí nos encontramos,
tus muslos y mis manos,
sin ramas, y siendo rimas,
sin pepitas, siendo puros,
sin piel, siendo pecado,
sin flores, siendo fruto,
y tu fruto, saciando mi sed.
Me ofreces el vino de tus labios
que recojo en la copa de mi corazón,
inunda las venas, llegando a las pupilas,
que te miran, te sueñan.
Tambien viajan a los dedos,
que te beben, mientras te escriben,
se vacian sobre tus poros
y llenan, cuando te tienen.
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