Eres bella; eres tu.
Como el olor del
jazmín
cuando pasas a su
lado,
las lilas en mayo
o la sombra del
pinsapo.
Eres elegante; eres
grácil.
De fina piel, blanca
y pura,
envoltorio de
hermosura,
la que reside en tu
alma.
Así es, amor mío,
todo y siendo primorosa
doncella,
portadora de deliciosas
miradas,
veneno de mi deseo
y el sueño de mis
días.
Así es, amor mío,
quiero a tu alma,
más que a tu carne.
Quiero a tus besos,
más que a tus labios.
A tu bondad infinita,
a tus lágrimas
compartidas,
a la madre de mi
mejor regalo,
a la compañera de mis
fracasos,
a la vida que es mi
muerte.
Eres bella; eres tu.
Y yo, el amante de tu
interior.
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