viernes, 23 de enero de 2015

exequia II



La vida, corre como un río
hasta llegar al vasto mar.
Las horas caminan lentas,
cada vez les cuesta más.
Los hombros, se caen
mientras se marchitan sueños,
las ilusiones, se tornan recuerdos,
y los brazos, abrazan menos.

Ya llegando a ese océano
en el cual el reloj se parará,
deambulo por lo recuerdos
deteniéndome en los que estás.
Abrazo las postales vividas,
mientras visto al adiós,
de largo traje gris, y con tu olor.

Gris, si…
Pues no es una despedida
si no, el reposo del cuerpo,
donde siempre permanecerá
el amor, que cada día te entrego.





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