domingo, 28 de septiembre de 2014

carícia



Con solo una carícia,
breve y viva,
suave como un susurro,
lenta y vehemente,
encesdiste la tarde
y derretiste la calma.
Deleistaste mi mejilla
con tu mano trémula,
mientras tus labios abiertos
llamaban a los mios.
Solo pude recojerte
y entregarte mi voluntad,
vaciar mi alma
en cada palmo de tu piel,
seducir a tu cintura
que me obligaba a retenerte.
Desnudar el deseo
sobre tu cuerpo abierto,
siendo esa caricia tuya,
el alimento de mi sangre,
que con ansia sobre tu pecho
te escribió mil versos.



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