miércoles, 8 de octubre de 2014

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Mis ojos recorren su espalda;
blanca piel de porcelana.
Observa sus lunares esparcidos,
como estrellas en el firmamento.
Los dedos peregrinan sobre ella
a la caza de su tierna cintura,
mientras los labios se deslizan
dejando besos en cada vértice.
Plácida y suave seducción,
de un alma que ama
a otra que recibe con fruición.
Remontaré de nuevo
hasta alcanzar su cuello,
siendo ese justo momento
en el que los brazos la abrazarán,
recogiendo su pecho.
Así abrimos una ventana
por la que entrar el deseo,
alumbre a los pecados,
y nos regale esta noche.





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