jueves, 23 de octubre de 2014

----- (sin terminar)



Acerqué mis dedos
para acariciar la dulce mejilla,
siendo recibidos por ella
y tu hermosa sonrisa.
Lentamente la recorrí
acercandome a los carnosos,
rojos labios,
momento en que cambié
la carícia por un sutil roce.
Seguí el camino
descendiendo por el cuello;
que miel más dulce;
hasta alcanzar tu pequeño hombro.
Ahí, yacia un fino tirante de seda
que sujetaba el verde camisón.
Al tocarlo, emprendio su viaje
hasta el frio suelo de la noche,
dejando tu piel ante mis ojos
que gritaban delante de tan bella figura.
Te besé,
una, dos y tres veces.
La otra mano se aferró a la cintura,
tus uñas abrazaban mi alma,
las pieles se juntaron,
de mi boca salieron versos susurrados.
Derribamos los miedos
sobre la una cama improvisada,
cuando las piernas temblaron
y las espaldas se arquearon.

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