Mis labios
escribian sobre tu piel,
versos mil veces soñados.
Las caderas,
la inspiración reposada,
la cintura,
el punto y aparte
entre la ternura,
y el deseo de amarte.
Tu olor,
la brisa del verano.
El pecho,
hermosas cimas que explorar,
mieles que saborear.
Esa tersa espalda,
ooohhh... esa dulce meseta,
donde desgastar mis dedos
entre caricias y lunares.
Tu boca,
el final del recorrido,
el objetivo... de todo deseo.
La sábana,
un efimero descanso.
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