Entre las enredadas sabanas blancas

se asoman tus tersas piernas,

buscando la brisa de la noche,

provocando mi lúcida mente.

Solo esa fina seda laberíntica

es protectora de tu frágil cuerpo,

ausente de otra prenda interior,

caliente de nuestro amor.

Te miro aprovechando la luna

y dudo quién ilumina a quien.

Si ella a ti, a mi lado acostada,

o tu a ella con esa sonrisa relajada.

Disfruto de este dulce momento

deseando acoplarme a tus labios,

mas tu cadente respirar

me recuerdan que estas yaciendo.

Acercaré mi mano a tu pecho

rozando el empinado pezón,

para abrazar a mi amada ninfa

y juntos poder descansar.

Quizás cuando se alce el sol,

tu boca visite mi latente boca,

tu carne acomode a mi mano,

y estas piernas busquen mi príapo.