Ahora recuerdo una mañana
de diciembre
en la que brillaba el
sol sobre el Mediterráneo,
tu y yo paseamos
junto el azul mar
entre acantilados y
asfalto.
Ya de vuelta solo
necesitamos una escusa
y juntamos nuestras
calientes manos,
para terminar el párvulo
camino
con exaltado corazón y
miedo.
Solo un breve beso
hubo ese día
junto a un segundo
paseo por el puente,
pero con la tierna y
cierta promesa
de abrir el deseo y
perder el miedo.
Pasaron jornadas asta
poder tenerte
entre estas manos que
te escriben,
que todavía recuerdan
el tacto
de esa piel tuya,
ahora un poco mía.
En ocasiones te
pierdo, otras te tengo,
entre el dolor de la
despedida
o el ansia de
poseerte,
quedando siempre… tu bello
recuerdo.
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