Mis lágrimas son la tinta
con la que te escribo cada día,
odas a tu terrible ausencia
entre deseos e ilusiones.
Quizás en una estación llegarás
y la luz alegre volverá,
cegando mis ojos con una doncella
que mi corazón ocupará.
Mientras, castigo a mis dedos
dándoles miles de palabras,
que intenten fácilmente reflejar
el dolor de esta alma vacía.
Miro al norte por las noches
buscando a Freyja encontrar,
para ofrendarle las mariposas dormidas
que en el interior ya no están.
Duermo las noches con el frío
a la espera de encontrar tu piel,
escondida bajo las sabanas planchadas
por si te quieres quedar.
Ven hermoso verbo
a traerme larga felicidad,
que aquí te espero entre papeles
escribiendo tu nombre que es “amar”.
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