lunes, 9 de junio de 2014

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Hoy te he comprado un ramo de flores
como todos los lunes por la tarde,
cargado de blancas y efímeras orquídeas,
contrapuestas a tus oscuros y eternos ojos.

He parado ha escogerte un vino tinto
con el que compartir el día que termina,
dejando para la corta y cálida noche
el turbio placer de tus besos.

He esperado tu llegada a nuestro hogar
poniendo agua en el castigado jarrón,
donde dejas el símbolo de nuestro amor
mirando al azul mar llena de ilusión.

Pero esta noche no has llegado
ni tampoco volverás el próximo lunes,
dejando marchitar a las dulces flores,
como los frutales antaño olvidados.

No volveré a tener tus carnosos labios
ni nos terminaremos el regalo de Baco,
pues el caldo de tu cuerpo se unirá a otros seres,
olvidando que nuestro florero te espera.

Me arrepiento de decirte palabras que debía callar,
y callado palabras que debía haber dicho,
cuando en el combate del amor diario
el cansancio y el corazón se confunden.

Verbos que te sacudían el alma
haciendo brotar las lágrimas sobre tu cara,
sabiendo que un lunes no es una vida
pero si que un día sin ti, una eternidad.

La próxima semana volveré a la floristería
para recoger un pedazo de mi alma,
dejándola sobre la fría cocina
que esperará tu serena llegada.


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