Termina ya el triste día
y apago la tenue luz
encendida,
dejando caer sobre la
cama vacía
mi cuerpo marcado con
cuatro heridas
La primera… la del
nacer.
La segunda… la del
amar.
La tercera… la del
olvido.
La cuarta… la de la
muerte.
Mañana volverá a
salir el sol
y quizás de ellas
nazca alguna flor,
irradiando luz en esta
ventana
y llenándome de ilusión.
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