Con nuestras pieles siendo una
y tu respirar convertido en desgarrado verso,
se ha despertado Afrodita Urania
para pedirnos que nos amaramos en su templo.
Con mis manos siendo cincel
y tu hermoso y dulce cuerpo mármol,
se ha esculpido el deseo
en forma de ti, mi amada doncella.
Con tus labios encendidos
y mi aliento confundido con el tuyo,
se han abierto los poros del placer
subiendo al altar nuestros besos.
Con la noche y nuestras ansias
desnudas de pudor, cargadas de sed,
hemos honrado a las constelaciones del amor
entre estas sábanas y con sudor.
Nos hemos amado, amada mía
en esta noche dormida,
entre la terrenal carne unida
y la celestial ofrenda divina.
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