He venido a rescatarme a mi mismo
del triste recuerdo de tu olvido,
que dejaste viviendo conmigo
el lluvioso día en que te marchaste.
Será difícil renunciar a tu memoria
y a esas manos que me acurrucaban,
cuando las estrelladas noches me amabas
entre esas sábanas perfumadas.
He venido a olvidar que te necesito
vestido con el mejor de mis deseos,
acompañado del miedo de no tenerte,
sabiendo que hay otros sueños a quien escribir.
Ahora se que tu me olvidaste
el mismo momento en que cerraste la puerta,
haciendo que el hondo ruido de la misma
rompiera los tinteros con los que te adoraba.
Para eso voy a hacerte un último regalo
envuelto entre tus viejas postales,
dándote el angustioso recuerdo
de que mi lágrimas, te han olvidado.
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